En lo primero: Yo te amo y te seguiré amando, porque me enseñaste
a amar ya que ese es tu gran atributo en esta vida y lo irradias,
infinitamente.
En lo segundo: Tu designación (AMOR) es lo máximo dentro de
todo el universo de elementos que nos evocan el cariño, afecto, pasión, apego,
ternura, devoción, etc. Cualquiera que se ha de involucrar con toda esa gama de
elementos, deberá entender y sopesar la gran querencia que lo va a inundar.
Desde que te vi sentí, admiré y supe que el firmamento había llegado hasta mí;
plasmado en tu persona.
No puedo, sino, sentirme en el más absoluto agradecimiento
por todo lo que me diste y también por lo que no me diste. Siendo aquello
recíproco para conmigo, te pido el perdón más absoluto si no te di lo que
esperabas y haber hecho realidad tus certezas (“tal cual”), luego de los
episodios que se nos sucedieron.
En lo tercero:
Amar también es alejarse.
A sabiendas del todo que soy -tanto los atributos como las
fallas-, son los errores los que me tienen, siempre, al pendiente de mi
involucramiento. Siendo así, te agradezco que hayas obviado tantas caídas y que
no me las dijeras; sino, las tomaste como una gran persona: siempre estuviste
al pendiente de encargarte y hacerles frente.
Entendí, todo el tiempo, que tú debes estar a resguardo y no
ser expuesta. Tu espontaneidad, tanto física como intelectual, ha de estar en
franca y constante atención para que no se aproximen furtivas y arteras
propuestas de admiración. Siempre tendrás aquello (protección, atención y
condescendencia), mientras el compromiso sea en conjunto y no existan dudas de
ambas partes.
La distancia que uno toma es para que lo edificado no se
destruya. Tanto la admiración, el cariño, afecto y pasión deben quedar como un
tesoro -a resguardo y sin contaminantes-, y no como una fugaz metamorfosis
kafkiana.
En estos tiempos, y a mi edad, es impensable provocar pena,
angustia y desdén en la persona amada. Pienso que por estar en aquel
planteamiento, es que tú llegaste a mi vida y le diste alegrías, sosiego y
encarecimiento. Por ello, si es que mi persona te dio más dudas que certezas,
más penas que alegrías… Mis descortesías ya no se debían generar.
En lo cuarto:
Espero que no abandones tus pertenencias (pinturas) A ellas
les has puesto toda la atención y la dedicación. Yo he sido el depositario de
tu confianza y soy testigo de tu admiración por el color. Ahí está mucho de lo
que tu personalidad entrega al avance, desarrollo y progreso. No me hagas pensar
que puedo ser el estancamiento, hasta en los objetos.
Esperando no interrumpir en tus procesos, me despido.
Héctor Samuel Quijada Olguín.
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